AdoraciónSe vistió la noche de copos blancos; de luz, de llama y oro; de risas que embelesan y hacen surgir la paz allí donde sólo había frío, temor y tristeza.
Y se derritió el gélido manto que envolvía la tierra, al calor de un Niño dormido en el regazo de una doncella vestida de amor y de ternura
Con paso tembloroso me acerqué a aquel establo, donde una música no escuchada rompía el silencio de la noche llenando mi memoria de paz y de armonía.
¡Bendito sea Dios que “inventó” aquel Niño, que enseñó a los hombres a llamarle “Abba”, “Papá”, “Papaíto”, y a mirar a los otros como hermanos, por encima de la religión y de la raza!
¡Bendito sea Aquel, que todos los años, siempre a los hombres nos hace “niños”, y nos abre la puerta del Cielo, dejando atrás todos los infiernos, y convirtiendo la tierra en Paraíso!
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