En la tarde del 2 de diciembre nos hemos reunido las fraternidades de Murcia en la parroquia de San Francisco Javier. La lluvia y los catarros han mermado el número de los asistentes, pero no el calor de estar juntos compartiendo la eucaristía y la merienda cena con lo que cada uno ha llevado bajo los paraguas. En la celebración, en la ermita de san Antón, adjunta a aquella parroquia, el hermano Carlos nos ha recordado que tenemos que oler a Jesús, que hay que gritarlo desde los tejados, que debemos tener por los más pequeños auténtica "debilidad". Hemos pedido perdón al comienzo porque no siempre es así en nuestro corazón, pero hemos gozado con la realidad de la misericordia del Padre en nuestras vidas y en la vida de muchos pequeños a quienes acompañamos o participamos de su presente. El evangelio de Mateo (Mt 25,31-40) ha sido la Palabra contemplada que nos ha llevado a saborear la misericordia derramada sin límites desde el corazón de Dios, llamándonos a hacer con los más humildes lo que haríamos por Él. Compartir a Jesús es el gran regalo de esta tarde, donde hemos rezado la Oración de Abandono antes de la consagración. Y después nos hemos "abandonado" en torno a una enorme mesa redonda en uno de los salones parroquiales para también saborear un pan y un vino más laicos, traídos desde el Nazaret de nuestras casas. Lo hemos pasado muy bien disfrutando del buen humor y del ambiente de fraternidad que, como quien se lleva las sobras en una fiambrera, nos hemos llevado en nuestras mochilas. Aurelio SANZ |