Páginas para la Oración
Preguntas para la reflexión y la oración ¿Qué textos del Evangelio nos recuerdan estos escritos? ¿A qué situaciones de hoy nos remiten? ¿Qué me dicen a mí concretamente?
[V] Gritar el Evangelio con la vida
Apenas encarnado, yo inspiré a mi madre que me llevase a la casa donde iba a nacer Juan… Incluso antes de nacer trabajo en esta obra, en la santificación de los hombres, y animo a mi madre a trabajar en ella conmigo… trabajad como mi madre, sin palabras, en silencio, llevadme en medio de los que me ignoran, estableciendo allí un altar, un sagrario, y llevad el Evangelio, no predicándolo de boca, sino predicándolo con el ejemplo, no anunciándolo sino viviéndolo. [Retiro en Efrén, marzo 1898] Toda nuestra vida, por muda que sea, la vida de Nazaret, la vida del desierto, tanto como la vida pública, deben ser una predicación del Evangelio por el ejemplo: toda nuestra existencia, todo nuestro ser, debe gritar el Evangelio, sobre los tejados, toda nuestra persona debe respirar Jesús, todos nuestros actos, toda nuestra vida debe gritar une nosotros somos de Jesús, deben presentar la imagen de la vida evangélica ; todo nuestro ser debe ser una predicación viva, un reflejo de Jesús, un perfume de Jesús, algo que grita a Jesús, que hace ver a Jesús, que brilla como una imagen de Jesús… [Meditaciones sobre los santos Evangelios, Nazaret, 1898] Mt 10,4. Quien a vosotros acoge, a Mí me acoge. Acoger al prójimo es acoger a un miembro de Jesús, una parte del cuerpo de Jesús, una parte de Jesús: todo lo que hacemos o decimos al prójimo es Jesús quien lo oye y recibe: es a Él a quien se lo decimos o hacemos…¿ Con qué amor, respeto, alegría, con qué gran deseo de hacer a quien se presente a nosotros el mayor bien posible a su alma o a su cuerpo, según sean sus necesidades y nuestras posibilidades!; ¡con qué ternura apresurada debemos acoger al que se presente a nosotros, a todo ser humano, sea quien sea!... el pobre que llama tímidamente a la puerta, el superior que viene a visitarnos en nombre de la Iglesia y de la Santa Sede, todos, todos, todos, el pobre turco o el obispo, todos, todos, todos, ¡al acogerlos, acogemos a Jesús! Partiendo de esto es como el fiel, el justo “que vive de la fe”, ajusta su conducta y sus relaciones con el prójimo, no viendo en él otra cosa que una porción del cuerpo de Jesús. [Meditaciones sobre los Evangelios, relativas a la imitación de Jesús, etc. Nazaret 1898] La resurrección de la hija de Jairo (Mc 5, 35-43). Seamos infinitamente delicados en nuestra caridad: no nos limitemos a los grandes servicios, tengamos esa delicadeza que llega a los detalles y sabe con pequeñas cosas poner bálsamo en los corazones: “Dadle de comer” dice Jesús. Con los que están cerca de nosotros, entremos incluso en pequeños detalles de salud, de soncuelo, de oraciones, de necesidades: consolemos, aliviemos con las mas minuciosas atenciones: para los que Dios pone cerca de nosotros, tengamos la ternura y delicadeza de las pequeñas atenciones que tendrían entre sí unos hermanos cariñosos, y la ternura de la madres para con sus hijos para consolar cuanto sea posible a los que nos rodean y ser para ellos un agente de consuelo y un bálsamo , como lo fue siempre Nuestro Señor para todos los que se le acercaron. [Meditaciones sobre los santos Evangelios, Nazaret, 1898] Es la evangelización no por la palabra, sino por la presencia del Santísimo Sacramento, la ofrenda del divino sacrificio, la oración, la penitencia, la practica de las virtudes evangélicas, la caridad, una caridad fraternal y universal, compartiendo hasta el último bocado de pan con cualquier pobre, con cualquier huésped, con cualquier desconocido que se presente, y recibiendo a cualquier ser humano como a un hermano bienamado. [Carta a Henry de Castries] Hay que amar la justicia y odiar la iniquidad, y cuando el gobierno comete una grave injusticia contra aquellos que tenemos a nuestro cargo, hay que decirlo… no tenemos derecho a ser centinelas dormidos, perros mudos o pastores indiferentes. [Beni Abbes, 1902] No se puede hacer nada mejor para la salvación de las almas (que es nuestra vida aquí abajo, como fue la vida de JESÜS,”Salvador”) que llevar a tantas almas como sea posible la semilla de la divina doctrina – no predicando, sino conversando – y sobre todo, ir a preparar, empezar la evangelización de los Tuareg, estableciéndome entre ellos, aprendiendo su lengua, traduciendo el santo Evangelio, poniéndome en relación lo más amistosamente posible con ellos. [Carta a Mgr. Guérin, 29.07.1903] Yo no estoy aquí para convertir a los tuareg, sino para tratar de comprenderlos… Usted es protestante, Teissère es incrédulo, los tuareg son musulmanes, yo estoy persuadido que Dios nos acogerá a todos si nos lo merecemos. [1908} Mi apostolado debe ser el apostolado de la bondad. Viéndome, deben decirse: “Ya que este hombre es tan bueno, su religión debe ser buena! Y si me preguntan por qué soy manso y bueno, debo decir: porque soy el servidor de alguien que es más bueno que yo. Si supieran qué bueno es mi maestro Jesús!... Yo querría ser bastante bueno para que se diga: Si así es le servidor, ¿cómo debe ser el Maestro? [Diario 1909] Todo cristiano debe ser apóstol: no es un consejo, es un mandamiento, el mandamiento de la caridad. Ser apóstol, ¿por qué medios? Por los que sean mejores, teniendo en cuenta a quien nos dirigimos; con todos los que están en contacto con nosotros, sin excepción, por la bondad, el cariño, el afecto fraterno, el ejemplo de la virtud, la humildad y la mansedumbre siempre atractivas y tan cristianas; con algunos, sin decirles nunca una palabra de Dios ni de la religión, teniendo paciencia como la tiene Dios, siendo buenos como Dios es bueno, amando, siendo hermanos tiernos y rezando; con otros, hablando de Dios en la medida en que lo pueden aceptar. Sobre todo, ver en todo ser humano un hermano. Creo que no hay ninguna palabra del Evangelio que me haya impresionado tanto y que haya transformado tanto mi vida como ésta: “Todo lo que hacéis a uno de estos pequeños, a mí lo hacéis”. Si pensamos que estas palabras son de la Verdad increada, de la boca que dijo ”Este es mi cuerpo… esta es mi sangre…”, con qué fuerza seremos llevados a amar a Jesús en estos “pequeños”, estos pecadores, estos pobres. [Carta a Louis Massignon, 1916] |